domingo, 19 de julio de 2009

Él conoce nuestros deseos

Tengo una vecina que se llama Carmen, por la cual siempre estaba orando. Un día surgió que me pidió que si podía hecharle una mano para limpiarle la casa y le dije que sí y estuve yendo unas cuantas veces, como de costumbre en mi le di un folleto y le hablé del Señor muy por encima porque era muy reacia a estas cosas, pero luego seguí tratándola hasta que llegó el momento y le regalé una Biblia. Para sorpresa mía ella me dijo que siempre quería tener una Biblia y yo me quedé toda emocionada de ver la mano de Dios como obra.
Alida Ortega

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