domingo, 19 de julio de 2009

¿Y las sillas qué?

Cuando vinimos a Barcelona, tuvimos que acondicionar un poco la vivienda, pintándola y comprando algún mueble como: El dormitorio, una mesa, lámparas y alguna que otra cosa...hasta que se nos acabó el dinero. Yo había visto media docena de sillas pero valían quince mil pesetas, que en el año 1979 (que es la fecha del relato que estoy contando), era bastante dinero y no lo teníamos. Así que tuvimos que quedarnos con las que habían en la casa, que eran viejas y distintas unas de las otras. Pero, yo, cuando pasaba por la tienda, siempre miraba por si las habían vendido, y ¡allí estaban!.
Una tarde, en un culto entre semana (no recuerdo si era martes o viernes, poco importa), una hermana, que no sabía absolutamente nada del asunto se acercó a mí y me dijo: "El Señor me a puesto en el corazón, que te de esto"; y me metió un sobre en mi Biblia. Yo ni lo toqué; me quedé tan asombrada, que solo pude darle las gracias. Cuando fui a casa y abrí el sobre...ya podéis imaginar lo que había: ¡Quince mil pesetas!. ¡Ahí estaban mis sillas!, las que corrí el día siguiente a comprar. Dios siga bendiciendo grandemente a esa hermana.
¿Casualidad? No hay casualidades para los hijos de Dios.

Mª Rosa Heredia

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